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domingo, 21 de octubre de 2012

¿Quién sabe?

Me gustaría dejaros aquí, antes que nada, el primer relato corto que escribí y del que me siento muy orgulloso, ya que supuso un punto de inflexión en mí y en mis posteriores escritos, los cuales  ya iré publicando poco a poco.

Recuerdo muy bien aquella mañana otoñal, la luna menguante aún brillaba en el cielo, y el viento, aunque frío, me resultaba agradable. Andaba yo a paso lento sin prestar mucha atención a nada ni a nadie, sumido, como siempre, en mis pensamientos.
Pasaba por un momento de mi adolescencia en que me lo cuestionaba todo, notaba algo en mi cabeza, como una especie de semilla, una idea, que no acababa de brotar, pero que estaba seguro que lo haría. Que de ella saliera un enorme bosque o una flor raquítica y marchita solo lo sabría con el tiempo.
Por la noche, al acostarme, era cuando con más claridad veía esa idea, destellos fugaces y nítidos me hacían ver, por unos instantes, en lo que se convertiría al final esa cúmulo de pensamientos que me colmaban desde hacia varios meses.
A veces pensaba que mi carácter estaba tomando su forma definitiva, así sería yo el resto de mis días, quizás estaba cambiando mi manera de ver las cosas; puede ser que simplemente estuviese llegando a ese momento en la vida en el que puedes decir que has madurado.

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